22 de diciembre de 2024
Argentina

Las barreras invisibles que enfrentan las emprendedoras Argentinas

Las emprendedoras argentinas enfrentan diversas barreras invisibles que dificultan el desarrollo pleno de sus proyectos. Estas barreras no siempre son evidentes, pero influyen en la capacidad de avanzar, innovar. Aunque el emprendimiento femenino ha ganado visibilidad en los últimos años, las mujeres todavía tienen menos acceso a recursos financieros, redes de contacto y oportunidades en comparación con los hombres.

Según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), solo el 38% de los emprendimientos en Argentina están liderados por mujeres. Además, más del 50% cree que su género afecta negativamente la percepción de sus habilidades.

Agustina Morán, cofundadora de la comunidad MAE (Mujeres Argentinas Emprendedoras), destaca que las principales barreras están en el acceso limitado al financiamiento, la baja representación en puestos clave y los prejuicios en torno a las capacidades femeninas. «Aunque las mujeres argentinas son resilientes y creativas, la igualdad en el ámbito empresarial está lejos de alcanzarse», afirma.

Las principales barreras de las emprendedoras

Según datos de MAE, las emprendedoras enfrentan mayores dificultades para obtener crédito y capital de riesgo en comparación con sus pares masculinos. Esto frena el crecimiento de sus proyectos y limita sus posibilidades de expansión. Lamentablemente las mujeres siguen teniendo mayor dificultad que los hombre sara obtener financiación, a pesar de que las estadísticas demuestran una y otra vez que las mujeres son mejores pagadoras que los hombres.

Otro factor importante es el estereotipo de género que indica que las mujeres son más emocionales que racionales, o que emprenden por hobby y diversión y no por ambición, estos conceptos traen aparejados por equivalencia otros conceptos como debilidad, fragilidad, falta de motivación, o aún peor, la idea de que la mujer no busca compensación económica y reconocimiento laboral porque hace las cosas por hobby o por amor.

Por otro lado, los estereotipos de género siguen marcando el camino. Ideas como que las mujeres son más emocionales que racionales o que emprenden por hobby y no por ambición, las empujan hacia sectores tradicionalmente «femeninos», como moda, salud, educación o gastronomía. En contraste, áreas como tecnología, ingeniería o finanzas continúan percibiéndose como dominios masculinos.

No podemos dejar de nombrar la carga desporporcionada de tareas y quehaceres domésticos y cuidado familiar que sigue recayendo sobre las mujeres. La encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) muestra que las mujeres dedican en promedio 6 horas y media por día a tareas como hacer compras, limpiar la casa, cocinar, cuidar a los niños y ayudarlos con los deberes, mientras sus pares masculinos le dedican solo 3 horas y media a este tipo de tareas. Este desajuste en las responsabilidades laborales y domésticas afecta directamente la capacidad de las emprendedoras para dedicarle el tiempo necesario a sus negocios, una barrera invisible, pero real que, como resaltan las fundadoras de MAE, «sigue limitando su potencial para crecer y expandir sus emprendimientos».

Un futuro de igualdad

Si bien hablamos específicamente de Argentina, este fenómeno se ve replicado en toda Latinoamérica. Pero pese a las barreras que enfrentan las emprendedoras, siguen demostrando una resiliencia admirable, y su lucha por la igualdad de oportunidades continúa siendo el motor de un cambio necesario y urgente en el panorama empresarial argentino.

Las barreras invisibles para las emprendedoras argentinas son una combinación de factores estructurales, sociales, culturales y económicos que obstaculizan su progreso. Para superarlas, es fundamental implementar políticas públicas inclusivas, ofrecer acceso a financiamiento con perspectiva de género, fortalecer las redes de apoyo y capacitación, brindar acceso a la tecnología y romper estereotipos mediante la educación y la visibilización de liderazgos femeninos. Al superar estas barreras, no solo se potenciaría el desarrollo individual de las emprendedoras, sino también el progreso económico y social del país en su conjunto.

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