Según Ámbito Financiero, cada unidad de árbol líquido equivale aproximadamente a 20 árboles forestales jóvenes en su capacidad de purificar el aire.
En un mundo donde el cambio climático se convirtió en una preocupación creciente, la innovación tecnológica está apurándose para dar con una solución. Una de las novedades más prometedoras es la introducción de los «árboles líquidos», una tecnología revolucionaria que busca mejorar la calidad del aire mediante la simulación de las funciones de los árboles naturales.
Desarrollados por investigadores argentinos, los árboles líquidos utilizan una combinación de tecnologías avanzadas para absorber dióxido de carbono y otros contaminantes atmosféricos. Estos dispositivos están diseñados para captar contaminantes del aire de manera más eficiente y ofrecer una solución efectiva a la contaminación urbana.
Cómo funcionan los árboles líquidos
Los árboles líquidos son dispositivos que imitan las funciones de los árboles tradicionales en términos de purificación del aire. A diferencia de los árboles reales, que dependen de procesos biológicos para filtrar el aire, estos dispositivos utilizan materiales absorbentes y tecnologías de captura de contaminantes. Están equipados con una serie de filtros y soluciones líquidas que capturan y neutralizan sustancias nocivas presentes en la atmósfera. Cada cierto tiempo, parte del módulo se renueva y las microalgas utilizadas en él, luego de un tiempo de vida útil, sirven para fertilizar la tierra.
El componente activo del dispositivo son microalgas nativas del sudeste de la provincia de Buenos Aires, organismos microscópicos que, gracias a la fotosíntesis, aprovechan la energía provista por la luz solar o artificial para convertir dióxido de carbono en oxígeno y biomasa.
La importancia de los árboles en la naturaleza
Los árboles juegan un papel crucial en el equilibrio ambiental y en la salud de nuestro planeta. Además de producir oxígeno y absorber dióxido de carbono, los árboles ayudan a regular la temperatura, proteger la biodiversidad y mantener la calidad del suelo. En las ciudades, donde el espacio verde es limitado, la presencia de árboles naturales puede marcar una gran diferencia en la reducción de la contaminación del aire y la mejora de la calidad de vida.