A los 65 años, Mirta Bellaescusa subió al monte Everest, luego de haber transitado un camino de autoconocimiento y buscar su propia superación sin importar la edad. Este recorrido la llevó a plantearse desafíos nuevos y decidió lanzar su propio emprendimiento: «Escalando la Vida»; una propuesta que convoca a personas de todas las edades a recorrer senderos argentinos.
Hace seis años que esta mujer decidió buscar algo más que realizar una actividad física y encontró un camino que le daba felicidad: “Hacer trekking de montaña es un estilo de vida”, refiere. Entrena cuatro veces por semana con un preparador físico, tiene tres hijos, cuatro nietos y se rodea de profesionales que la ayudan a descubrir sus límites en cada travesía.
Este recorrido la llevó a plantearse desafíos nuevos y decidió lanzar su propio emprendimiento: «Escalando la Vida». Se trata de caminatas por senderos argentinos destinado a personas de todas las edades.
—¿Cuándo decidiste escalar montañas?
—A los 58 años voy a mi nutricionista a hacerme mis estudios de rutina y me aconsejó que hiciera más actividad física de manera constante. Siempre me gustaron las actividades al aire libre. A los dos meses de estar haciendo actividad física con el preparador físico — no es que me aburría, sino que me faltaba un objetivo y me iba a terminar aburriendo—. me pregunté qué más podía hacer. Toda la vida me gustó la montaña y comencé a investigar. Y ahí surgió el trekking de alta montaña. Llegué a una escuela en Florida, hice el curso y me gustó.
—¿Cómo llegaron los viajes para escalar montañas?
—Luego me resultó novedoso lo de escalar, pero no servía para hacerlo sola. Así que llegué a contactar a una empresa especializada. Ellos organizan viajes en grupo y mi primera montaña fue con ellos; el cerro Tres Picos en Sierra de la Ventana. La hice a los 62 años y era una salida de tres días, pero a la mitad del recorrido tuvimos que volver porque la lluvia y la nieve nos lo impidieron. Mi primera montaña no la pude subir. Pero me di cuenta que era por ahí…
A la semana de volver a su casa, Mirta fue a la agencia de viajes y consultó para ascender la montaña más alta de Argentina; y fue por el Aconcagua.
En dos años y medio llegó a hacer 10 montañas antes del Aconcagua, la más alta de América. Con experiencias que la llevaron a estar casi sin voz durante varios días y a 14 grados bajo cero en una pequeña carpa, Mirta toma esas experiencias como simples anécdotas y sigue disfrutando de la aventura de superar sus límites día a día: “Lo quería hacer. Sin haber terminado de subir mi primera montaña, estaba decidida a subir 7.000 metros. Pregunté qué tenía que hacer para prepararme y me largué. Para lograrlo, tenía que hacer montañas, no importaba la altura sino el caminarla”.
En un cuerpo de tan solo cincuenta y tres kilos y un metro sesenta, en cada viaje, Mirta carga mochilas de hasta veinte kilos, lo que implica un entrenamiento de fuerza y entrenamiento constante, a la vez que debe mantener una alimentación saludable y controlada.
—¿Hacés alguna dieta en especial para acompañar tu entrenamiento?
—Siempre tuve la obsesión de cuidar mi cuerpo. Si bien hace unos años no se sabía mucho, me asesoré acerca de ciertas características de las carnes y las harinas refinadas que no eran buenas para todo el mundo y, particularmente, no me sentía bien consumiéndolas. Así que hace veinticinco años no consumo gluten ni carne vacuna. De la mano de una nutricionista armé una alimentación balanceada en proteínas, fibras e hidratos de carbono.
Además de entrenar cuatro veces por semana de la mano de un preparador físico y luego de su jornada laboral, Mirta sabe que no alcanza: “Hace dos años atrás, antes de ir al Aconcagua, me ayudó en este proceso un psicólogo deportivo”, recalcó.
—¿Por qué?
—Porque a la montaña se va en grupo pero se camina sola. Caminás mucho, te cansas, pero si tenés la mente preparada te ayuda a saber que hiciste mucho para estar en ese lugar y te permite disfrutarlo, darte cuenta de tu logro por el sólo hecho de estar ahí. Mucha gente, cuando llega la noche en la carpa, en ese momento extraña su cama, su casa, su familia…para evitar esas sensaciones y poder disfrutar de esa aventura, comencé a preparar mi cabeza con tiempo.
— ¿Cómo decidiste lanzar Escalando La vida?
— Junto con una amiga nos propusimos impulsar este emprendimiento y disfrutarlo juntas. Escalar requiere dedicación y entrenamiento, pero caminar es una actividad que puede realizar cualquier persona de cualquier edad. Escalando la vida surge como emprendimiento para recorrer en grupo diferentes senderos y observar los maravillosos paisajes que ofrece Argentina. La idea es poder disfrutar de anécdotas, realizar conexiones y que la gente se distienda. Los invitamos a seguirnos en Redes Sociales ya que pronto anunciaremos nuestra próxima salida.
El Everest después de los 60: su propia cumbre
En junio de este año Mirta volvió del Himalaya, luego de haber subido hasta los 6.200 metros de altura. Su meta nunca fue llegar a los 8.800, ya que ella no quiso hacerlo con un tubo de oxígeno sino hacer su propia cumbre, a la altura en que su cuerpo y su cabeza decidieran hacerla: “Cuando fui al Everest, conocí a mi grupo en Katmandú. Fue una experiencia única”, afirma.
—¿Cuéntanos acerca de ese recorrido?
—Viajé veinticuatro horas sola, llegué primero a Dubai a las dos de la mañana y ahí tomé un taxi. Pero no tenía cubierto el rostro ni los hombros y, siendo mujer, la cultura de ese país hizo que el taxista ortodoxo no me viera con buenos ojos. A las tres de la mañana me quiso bajar del taxi en medio de una autopista…estaba tan enojado que ni siquiera quiso aceptar que le pague el viaje porque era dinero “sucio” de una mujer impura.
Al llegar a Katmandú, Mirta tomó un pequeño avión con capacidad para 20 pasajeros y así poder alcanzar la base del monte Everest. Esta nave aterriza en la pista más corta del mundo, de tan sólo 250 metros y muchos avezados pilotos no logran aterrizar satisfactoriamente.
—¿Qué te dejo el Everest?
—Me partió la cabeza…la cultura del lugar, los sherpas, su paz increíble y su espiritualidad. Cuando viajo me conmueve mucho estar con la gente de cada lugar. Me divierte tanto como ascender a la montaña.
Nunca quiso ni quiere repetir montañas. Aunque sus cumbres no hayan coincidido con las de las del terreno, no vuelve sobre sus pasos. Va en busca de otra diferente: “Hago mi cumbre donde llegue. Nunca volvería a intentar el Everest por decir voy a hacer cumbre. Hice mi propia cumbre”.
Durante 2025 Mirta tiene dos metas. Por un lado, subir el Kilimanjaro, en África; Por el otro, el desafío de escalar el Fitz Roy. Entre medio de estos desafíos, se suma el trekking con «Escalando la Vida». ¿Te animás a acompañarla?
IG: @escalandolavida.ok
Spotify: Escalando la vida/ La ley de la montaña