La CEO de Pepsico para América Latina anticipa una reactivación muy marcada de las ventas de alimentos y bebidas pero explica que hay cambios en los hábitos de compra que trajo la crisis y llegaron para quedarse; también destaca el papel de las ejecutivas argentinas y su proyección internacional.
En un mundo corporativo en el que las mujeres enfrentan el desafío de vencer prejuicios y romper el techo de cristal, Paula Santilli se puede jactar de ser la que llegó más lejos. La licenciada en Ciencias de la Comunicación que inició su carrera en el área de marketing, hoy es la ejecutiva argentina que ocupa un cargo más alto a nivel mundial. Hace 16 años se fue a vivir a México y hoy desde el Distrito Federal maneja todos los negocios de Pepsico Latinoamérica, un gigante con presencia en 34 países, más de 70.000 empleados directos y una facturación que supera los US$10.000 millones.
Su carrera corporativa siempre estuvo vinculada a los alimentos y las bebidas -antes de asumir como CEO de Pepsico Latam, trabajó en otras multinacionales del rubro como Campbell’s Soup, Kellogg’s y Quaker Oats- y por eso tiene una voz más que autorizada para anticipar lo que puede pasar con el consumo masivo. “La posta es que el consumo se va a recuperar más rápido de lo que creemos. Va a volver un consumo de cercanía, la gente se acostumbró a no ir tanto a las grandes superficies y a comprar más en el comercio de la esquina, lo que necesita para ese día”, se entusiasma en la entrevista con LA NACION.
-Pepsi estuvo muy activa en el último tiempo en materia de lanzamientos: Pepsi Twist y H2O sin gas, entre otros. ¿Cuál es la lógica detrás de estas acciones en medio de la crisis que enfrenta el consumo?
-La idea es siempre seguir al consumidor. Lo hacemos en todo el planeta, pero muy especialmente en Latinoamérica. Y la Argentina no es la excepción. Hoy el consumidor está mucho más predispuesto de lo que jamás estuvo a probar nuevas cosas. E históricamente el argentino estuvo abierto a otras culturas, otros sabores, otros colores. Por mucha crisis que haya, el país va a seguir liderando todo lo que sea innovación.
-Pero cuando uno recorre a un supermercado en la Argentina se encuentra con una oferta mucho más básica que en Santiago de Chile o Montevideo …
-La pandemia hizo que las empresas tuvieran que concentrarse en los que llamamos los productos core, los más importantes, porque teníamos una restricción en la cantidad de gente que podíamos tener en las líneas de manufactura y problemas de abastecimiento de materias primas, ingredientes o packaging. Entonces, lo lógico durante la pandemia fue apuntalar y proteger a las marcas más grandes, que dicho sea de paso eran las que estaba buscando el consumidor. El consumidor recorría el supermercado lo más rápidamente posible, buscando los artículos que más necesitaba, y eso hizo que todos nos volcásemos a proteger las marcas principales. En el caso puntual de la Argentina, siempre tuvimos un consumidor poco tradicional y abierto a nuevas experiencias. Por ejemplo, hoy estamos vendiendo los sabores picantes en el mercado argentino como nunca antes. Y lo mismo pasa con la Gatorade de maracuyá. Esa apertura siempre estuvo. Se mitigó un poco con la pandemia, en toda Latinoamérica, no solo en la Argentina, pero ahora estamos recuperando el terreno perdido.
-El consumo acá está muy golpeado por la inflación, ¿hay alguna señal de recuperación?
-El consumo se va a recuperar. De eso no tengo ninguna duda. En estos días me reuní con un montón de empresarios y clientes, y todos reportan que las categorías de consumo están restringidas. La gente que puede está guardándose el dinero, un poco expectante de lo que puede pasar. Y yo te digo lo que va a pasar. La “posta” es que el consumo se va a recuperar más rápido de lo que creemos. Va a volver un consumo de cercanía, la gente se acostumbró a no ir tanto a las grandes superficies y a comprar más en el comercio de la esquina, lo que necesita para ese día. Esto lo vemos en toda Latinoamérica. Hay más conciencia del ahorro y una búsqueda del no desperdicio. Ya no se buscan envases tan grandes, porque en una familia de cuatro o cinco personas, cada uno come y toma algo diferente. Antes nos sentábamos todos en la mesa y era un mismo plato para todo el mundo. Ahora cada uno come algo diferente, por gustos, pero también por alergias, intolerancias. A esto se suma que vivimos en una dinastía de los más jóvenes en el hogar. El poder pasó de la mamá, que era la gatekeeper de la familia, a que los hijos decidan las compras “Mamá, traeme las Lay’s verdes. No quiero ninguna otra. Tienen que ser Lay’s y tienen que ser verdes”. La otra tendencia que vemos del consumo es obviamente el precio. Es algo de toda Latinoamérica, no solamente en Argentina. El precio es un elemento clave en la toma de decisión para el consumidor.
-Más allá de la Argentina, ¿cómo está el consumo en el resto de la región? ¿Qué país se destaca?
-A México le está yendo muy bien, con muchísimas inversiones extranjeras y una creación de empleo muy sólida. Hay un turismo muy activo, muchas empresas nuevas que se están instalando en la frontera con Estados Unidos, especialmente compañías orientales.